domingo, 26 de diciembre de 2010

MI BAHÍA BLANCA QUERIDA (III)

Por EDUARDO GIORLANDINI

V

LETRAS DE TANGO

COMENTARIOS Y NOTAS

AGUJA BRAVA
(Tango)

Letra: Eduardo Giorlandini.   Música: Eduardo Rivero

(Recitado)           En un feca de barrio, un laburante
le ortivaba un fato a un viviyo
que había caído de recalada
a mandarse una caña antes del apoliyo;

La laburó de guapo, piolamente,
y la milonga, su caro berretín,
ñapada postamente en su bulín,
rejunó cayetana el expediente.

(Canto)                Era una naifa piya y cadenera
que andaba con la yuta cabreiroa;
con prontuario a la gurda, sobradora,
y una pintusa de percanta buena.

El que había sido un liso bien cheronca,
un caferatade tapín y escuela,
perdió la cancha, laburando, oi’dioca,
de colchonero y refilando tela.

(Recitado)           Tanto amó el longipietro a la taquera,
que aguantiño cabrero
que la barra nochera lo llamara,
por pamela y por merlo mishé,
Aguja Brava.

(Canto)               Y así terminó un piola, Aguja Brava,
que por amor quedó cardando lana.
Antes, sacaba tela de las minas.
Y, ahora, le hace colchones a la cana.


AGUJA BRAVA
Vocabulario


AGUANTIÑO:
Aguantó.

MILONGA:
Alternadora
APOLIYO:
Acto de dormir.

MINAS:
Mujeres.
BARRA:
Grupo de amigos.

MISHE:
Hombre que mantiene
BERRETÍN:
Deseo inteso.


a una mujer.
BRAVA:
Alude al instrumento –aguja- en cuyo manejo hay gran destreza.

NAIFA:
Mujer.
BULIN:
Habitación.

NOCHERA:
De la noche.
CABREIROA:
Disgustada.

NAPADA:
Recluída.
CABRERO:
Enojado.

OI´DIOCA:
¡Oh, Dios mío!.
CADENERA:
De calidad.

ORTIVABA:
Decía.
CAFERATA:
Proxeneta.

PAMELA:
Tonta.
CANA:
Policía.

PERCANTA:
Mujer.
CANCHA:
Experiencia.

PINTUSA:
Apariencia.
CAYETANA:
En silencio.

PIOLA:
Pícaro.
CHERONCA:
Experimentado.

PIOLAMENTE:
Con calidad.
ESCUELA:
Experiencia.

PIYA:
Pícara.
EXPEDIENTE:
Asunto.

POSTAMENTE:
Optimamente.
FATO:
Asunto.

PRONTUARIO:
Antecedentes policiales
FECA:
Café.

RECALADA:
Al final.
GUAPO:
Valentón.

REFILANDO:
Dando.
GURDA:
(A LA) Abundante.

REJUNO:
Observó debidamente.
JOTRABANDO:
Trabajando.

SOBRADORA:
Soberbia.
LABURANTE:
Trabajador.

TAPÍN:
Elegancia.
LABURO:
Trabajo.

TAQUERA:
Mujer.
LISO:
Proxeneta.

TELA:
Dinero.
LONGIPIETRO:
Tonto.

VIVIYO:
Pícaro.
MERLO:
Tonto.

YUTA:
Policía.


VILLA MITRE
(Tango)

Letra: Eduardo Giorlandini. Música: Mario Grossi.

Canata prodigó los sueños,
brotaron las casas de obreros;
entorno donde se hizo el barrio
de criollos y de gringos buenos.
Estirpe pertinaz y un credo
echaron a correr anhelos;
Castelli nos contó la historia:
¡Raíces levantando vuelo!

Pago chico que fue de mil abuelos,
a la vera que dibuja el Napostá,
que inundó sus calles y potreros;
que empujaron el barrio a la ciudad:
Guardia vieja, baldíos futboleros
y en un agosto el tiempo del Alvear
y después Villa Mitre, fortinero,
impulsado por la fe del Capitán.

República de Villa Mitre,
historias, leyendas, malevos,
poetas y un maestro apóstol,
figura de Vicente Otero.
Barriada popular, quimera,
recuerdos del ayer, eternos:
¡Gallucci gambeteando fiero,
fervores alcanzando el cielo!

LINIERS
(Tango)
Letra: Eduardo Giorlandini.   Música: Aníbal Vitali

Camino por Perú
en mi amanecer;
me empuja una gran fe,
con ansias de llegar
y ver el florecer
de una ensoñación,
yuyo del potrero
humilde, como yo.

Historia de fútbol y pasión,
querencia de barrio y en Liniers,
prendido al corazón
transita por Alem,
recuerdo del fervor
en un distante ayer.
¡Viejo chivo! ¡Albinegros!
¡Arnaldo me enganchó en Liniers!

Las sombras de Tomás,
González y René;
Alejandro y su fe,
un sueño que se fue.
Cometa de ayer,
remontado en Liniers,
el piolín cortado
y el cielo rosicler.


¡VIVA EL DOMINGO, OSVALDO!”
                 (Tango)
Letra: Eduardo Giorlandini.  Música: Juan A. Espeleta

Polenta en la expresión
de las palabras;
muy grande el corazón,
tenía en la amistad
cien rutas de emoción,
un sur para soñar
y un ser sentimental;
rugidos de motor,
pasión y humanidad,
su voz, vital.

¡Que vivan los domingos,
hermano, gordo Ochoa!
Tras tu andar tranquilo,
amasando las horas,
acariciando sones,
paisajes o pinturas,
color, ensoñaciones
y alguna travesura.

Quien dijo que no está
bocina al bardo;
junto a nosotros va
remarcando el rumbo.
Eterno es el dial
en la ciudad, señero;
azul y blanco el cielo
y cierta la bondad
del criollo chamuyar,
su tanguidad.


BARRIO HOSPITAL
       ( Tango )

Letra: Eduardo Giorlandini.  Música: Aníbal Vitali

Las quintas del pasado
se hicieron potreros,
sin veredas,
con yuyos, tamariscos
y sueños de primera.
Y, lejos,  la frontera
De alambrado rural
fue guía del Canal,
mezclando la ilusión
del campo y la ciudad,
Barrio Hospital.

Cuadrera que cedió al progreso,
asfalto que venció al barrial;
recuerdo mi niñez, por eso,
yo canto a tu ser sentimental.
tu gente de laburo terco,
tu azul y rojo de amistad;
arriba recortado el cielo
y abajo tu razón para soñar.

Quedaron desde entonces
recuerdos de abuelos,
los pioneros;
y aquel 20 de junio,
testimonio de anhelos;
también los berretines:
El sueño de aquel pibe
y, con su bandoneón,
sus ganas de cantar
tu historia en la ciudad,
Barrio Hospital.


LAS LOMAS
  (Tango)

Letra: Eduardo Giorlandini.  Música: Hugo Marozzi.

Paisajes urbanos
de sueños antiguos
y árboles floridos
testigos de ayer.
Tus viejos molinos,
amigos del viento,
hermanan esfuerzos
de un barrio con fe.

Bella Vista, siempre verde,
siempre clara tu alborada,
de tangos, fútbol, folclore.
En tus patios, las mateadas,
y tus lomas, nuestra gente,
y tu historia, Fortaleza,
de Dragones y Blandengues,
Andrea Cardoso y otros más.

Oscar testimonió
el impulso vital,
quimera y trabajo,
y el ser sentimental
que muestra un corazón
gallego, como vos,
y al Padre Horacio Fuhr
junto a San Pantaleón.


HERMANO SUR
     (Tango)

Letra: Eduardo Giorlandini.  Música: Danilo Cenci.

¿Qué más podés pedirle a Dios?
Ciudad de pampa, cielo, mar,
un viento libre, como vos,
y un sueño por aterrizar.
Bahía Blanca es fraternal
como la voz de una canción
de guardia vieja musical,
entreverada en la amistad.

Paisaje recortado en sus esquinas
y un marco embarullado de presencias;
un corazón que late apresurado,
con mucho ruido, broncas y querencias.
Te tengo que decir, en mi poema,
solar que sos refugio de añoranzas
de antigua inmigración y aquella vena
que dibujó trabajo y esperanza.

¿Qué más podés pedirle a Dios?
Un barrio en el lugar natal,
la calle cotidiana, el sol,
la historia que llegó del mar.
Hoy es la casa paternal
espacio cierto del amor;
un patio, un mate y un parral.
¿Qué más querés? ¡Hermano sur!.


COMENTARIOS

          HERMANO SUR

         El título, “Hermano Sur”, identifica a la ciudad de Bahía Blanca con la personería del sur argentino y con el pueblo de la región, en el que están comprendidos los habitantes que llegaron del sur de Italia (por lo que un verso expresa “la historia que llegó del mar”).
          Están improntadas en la letra las características físicas y geográficas y también de su gente, del escenario ciudadano urbano y de los elevados valores, sueños y sentimientos, en la sencillez de una vida de trabajo, solidaridad y esperanza.

          LAS LOMAS

          Es una muestra representativa de un importante barrio de Bahía Blanca: Bella Vista. Refleja una muestra representativa de su historia, del tiempo en que era zona rural, con sus molinos, su flora y su paisaje.
          El verde, presente en la pasión futbolera, su música y su historia, en la de Oscar Rimondi, su historiador, trae el recuerdo de Andrea Cardoso, su primera pobladora; la Fortaleza Protectora Argentina; la fuerza regular de Blandengues y Dragones y la presencia de Antonio Manuel Molina.
          La comunidad de San Pantaleón, como lo relata Rimondi, nació en 1986, “sus vecinos del barrio, guiados por el Sacerdote Horacio Fuhr, que desde su parroquia de San Luis Gonzaga, percibió la falta de una casa consagrada a Dios en el barrio de Bella Vista”.
          El título se explica porque en las lomas de ese lugar se  asentó el barrio.

          BARRIO HOSPITAL

          Es el barrio mío, donde me crié desde los 4 años de edad, cuando era zona de quintas. Al desaparecer éstas se transformaron en potreros, donde se hacían los tradicionales picados y donde surgió la idea de fundar un club social y deportivo y, después, de algunos años nació el propósito de llegar a la primera división de fútbol.
          Antiguamente el fin del barrio estaba demarcado por un alambrado rural que, para ser gráfico, puntualizado que estaba en forma perpendicular a la calle Estomba; a partir de allí comenzaba el campo de propiedad de la familia Lázaro. Durante el gobierno de Juan D. Perón se construyó el canal, estando a cargo de la empresa Pannedille, cuyo presidente era Vittorio Musolini, hijo del Duce. Dicho empresario estuvo en la ciudad de Bahía Blanca, a raíz de un pleito laboral iniciado por los trabajadores que se desempeñaron en la obra.
          Con el Canal se rompió la división existente entre campo y ciudad, como lo expresa la letra.
          Sobre la calle Zelarrayán se realizaban las carreras cuadreras de caballos. Se abrieron calles, donde antes había quintas, creció el barrio, llegaron contingentes significativos de personas inclusive italianos. Toda gente de trabajo, fraterna, cordial y con espíritu de gran familia. Todavía quedan ancianos y muchos que no lo son que recuerdan la evolución y el progreso del Barrio Hospital, que debe su nombre al hecho de estar enclavado allí el Hospital Municipal Leonidas Lucero y porque en algún momento en que no había camas suficientes en dicho Hospital algunos vecinos albergaron personas en sus casas.
          El 20 de junio es la fecha de fundación del Club Barrio Hospital, cuyos colores (en su escudo y antiguas camisetas) son los mencionados en uno de los versos.
          El cielo estaba “recortado” por algunos árboles (pinos, eucaliptos y otros, igualmente altos). Los berretines (jugar en primera, tocar el bandoneón y cantar) eran los míos. ¡Hermosos recuerdos y profundas emociones, todavía!

          “¡VIVA EL DOMINGO, OSVALDO!”

          Osvaldo J. Ochoa fue, en sus últimos años, el conductor del programa “Viva el Domingo”, en L.u.2 Radio Bahía Blanca, que mantuvo su espíritu luego de su fallecimiento.
          Fue, asimismo, protagonista principal en las transmisiones de competencias automovilísticas, de OJO, Asesoría Publicitaria; fue el deporte que lo apasionó y vinculó a figuras relevantes, como Juan M. Fangio, de quien era amigo.
          Fuerte en la expresión oral, vital y pintoresco, supo dar colorido, afectividad, emotividad, graficismo, alegría y sentimentalidad a sus comentarios, lo que una vez avaló con un adagio: “La radio es el teatro de la mente”.
          Sus travesuras –a las que alude la letra – estaban presentes en su picardía, sus chistes, su buen humor y, en el hecho de que en ocasiones preguntaba al panelista, particularmente a mí, con doble sentido.
          Cada panelista tenía entrada al aire con un “Viva el Domingo, Osvaldo”; todos los domingos, “el gordo Ochoa”, como lo motejaba la gente que lo quería –especialmente la de los barrios de Bahía Blanca – llegaba tranquilo al Estudio y durante cuatro horas no se movía de su asiento.
          Amó a su país, a su ciudad y a la gente, con la que fue respetuoso y responsable al extremo. Le gustaba profundamente el tango y el lunfardo, tema en el que yo tenía intervención. El sur donde soñaba era el ámbito de su cabaña, donde pasaba largo tiempo, con su familia, al lado del Nahuel Huapi.
          Nunca tuvo, Osvaldo, ni una palabra ni una mirada que pudiera interpretarse como ofensa u agravio; ni siquiera disgusto.
          Todo esto es lo que resume la letra. Y queda mucho, muchísimo más, en su haber...

          LINIERS

          Perú es la calle por la que yo iba a entrenarme y jugar en el CLUB ATLÉTICO LINIERS, de Bahía Blanca, con entrada por la Avenida Alem. Entonces, Perú era calle de tierra, oscura, y tenia abundantes plantas y tamariscos. Pasé de los potreros, del inmenso potrero –especialmente– que hacia esquinas, por calle Estomba, con Perú y San Juan, a la cancha de Liniers en divisiones inferiores.
          Mi barrio se denominaba y se denomina Barrio Hospital. Desde aquí a dos cuadras estaba la cancha del Club Pacífico y a quinientos metros la de Liniers. Pero Pacífico y Liniers tenían de sexta a primera división y Barrio Hospital solamente tercera (un club humilde sin cancha propia).
          Así que Barrio Hospital fue mi barrio, pero en fútbol tuvo supervivencia en Liniers donde fui siguiendo los pasos de mi hermano Orlando y donde me enraicé gracias a la bondad, al afecto y a la calidad humana de Arnaldo Castelli, un dirigente del club Liniers y con los años el historiador de fútbol y de los clubes de Bahía Blanca.
          La letra menciona a Tomas Etchepare, un jugador delantero que era arrollador; mas o menos coetaneamente jugador los hermanos González y René Galante; todos fueron requeridos y jugaron en clubes porteños profesionales. El doctor Alejandro Pérez fue presidente del club, muy querido por todos, afectuoso y médico solidario y generoso. No pocas veces me llevó con su auto para jugar en otras canchas.
          En aquella época Liniers era un club modesto, no tenía las instalaciones que hoy vemos; entrando, a la izquierda había añosos árboles y debajo de ellos, de tanto en tanto, comimos asado.
          Lo que recuerdo de los hermanos Claudio y Francisco González es que eran leñadores y que jugaron en Ferrocarril Oeste y de René Galante memoro su prestancia y señorío; aquellos eran defensores y éste arquero, llevado desde Bahía Blanca por Boca Juniors.
          “Chivo” identifica a Liniers, lo mismo que “albinegros”, por los colores de la camiseta.
         
          VILLA MITRE

          Juan Canata, Bartolomé Tellarini y otros pocos ciudadanos, fueron los fundadores de Villa Mitre. Juan Canata había intervenido en los primeros loteos de tierras y en la venta de mil lotes cuyos primeros remates fueron hechas por Carlos Pronsato, según referencias del historiador bahiense don Arnaldo Lieja Castelli.
          Los desbordes del Napostá, hasta hace mucho, anegaban parte del barrio. Como en todos los barrios, en los potreros se jugaba a la pelota, siendo esta pasión la generadora de la formación de los clubes, como el Club Villa Mitre, que en un comienzo y por poco tiempo se llamó –o se intentó denominar en forma definitiva- Marcelo Torcuato de Alvear, quien en ese momento era presidente de la Nación y había motivado que numerosas instituciones llevaran su nombre. El club se fundó el 14 de agosto de 1921.
          El nombre de “El Fortín” surgió espontáneamente, en uno de los encuentros. El Club fue notoriamente impulsado por el Capitán José Martínez. “República de Villa Mitre”, es una expresión presente en no pocas bocas, al igual como ha sucedido con algunos barrios de la ciudad de Buenos Aires.
            Según algunos convecinos deben descalificarse los recuerdos de guapos, cuchilleros y malevos, más leyenda que realidad. La realidad preponderante es que fue una barriada pujante, de trabajadores y familias con ambiciones nobles y actitudes solidarias. Villa Mitre tuvo, sí, además, artistas importantes, músicos y poetas, así como docentes que se prodigaron con vocación genuina, como el maestro don Vicente Otero, a quien se llamaba “el apóstol” y que fue el primer presidente del Club Villa Mitre. Una antigua fotografía lo muestra dando una clase de geometría, un 7 de julio de 1924. Mi letra memora también a Arnaldo Gallucci, insider y medio zaguero fortinero, famoso por su habilidad; las “gambetas de Gallucci” no es una expresión huera: se destaca con un contenido propio de la historia del fútbol local.


VI
LOS BONDIS DE BAHÍA BLANCA

CRUZANDO EL PAGO DE MI DESTINO

FELIZ AÑO NUEVO

Ocurrió un 31 de diciembre. La Compañía de Omnibus Coronel Ramón Estomba tiene que ver con esta historia.
La anciana esperaba, apoyada en su bastón en el cordón de la vereda en una esquina donde no existía “parada” señalizada.
El chofer detuvo el colectivo. La viejita subió ayudada por un pasajero que estaba sentado cerca de la puerta delantera.
Luego de agradecer y saludar se sentó en el asiento reservado para discapacitados. El pasajero le sacó el boleto con el dinero que le entregó la anciana.
Un nuevo agradecimiento fue escuchado por todos, y finalmente, un “¡Feliz año nuevo muchachos!” .
El colectivero continuó la marcha luego de cerciorarse de que la señora estuviera en su lugar.
Era muy modesta, pero elegante y hermosa. Así, en esa circunstancia, parecía una flor muy frágil que varios se ocuparon de cuidar con cariño.

¡DALE MARADONA!

Subí en Estomba y Mendoza, en el Barrio Hospital. En la esquina siguiente, por Estomba y cruzando la bocacalle, se detuvo indebidamente.
El conductor bajó y entró en la estación de servicio. No sé para qué, pero luego lo vi dialogando con una persona que trabajaba allí. Subió apurado y continuó su itinerario.
A pocas cuadras subió un hombre joven, mal trazado, lentamente. Seguramente era conocido del chofer, porque éste, no bien lo vio, le gritó: “¡Dale Maradona!”. El que subió era, ostensiblemente, rengo.
El colectivero siguió manejando, cantando la marcha de Boca.

EL CASCAJO DE LA FALDA

Recuerdo que hacia 1938 –cuando estaba por cumplir cuatro años y mi madre comenzaba a enseñarme a leer con “La Nueva Provincia”- viajé en tranvía acompañándola; sólo recuerdo que regresé desde el centro de la ciudad hacia la zona del Hospital Municipal.
Años después, no muchos, tomaba el colectivo de la línea 6 más conocido en el Barrio Hospital, como “el de La Falda” el “cascajo”, “cachivache” o “catramina”.
Dejaba la sensación que estaba todo destartaldo. Debía ser la única unidad de la “compañía”. Casi una carreta. Parecía que se desarmaba en el camino. Tenía la impresión que venía cruzando un desierto, las calles de tierra que al ser transitadas levantaban nubes de polvo y que cuando llovía se convertían en barriales. Luego, al construirse el Canal, con el fin de mejorarse las calles se depositó en ellas la tierra que se extraía, lo que  agravó la situación.
Con el “crecimiento” del barrio Hospital, se sumó al cascajo una nueva línea, la 7, antecesora de la 518, que tenía características de “modernidad”.

NINGUNA FULERÍA

Durante más de cincuenta años de viajar en colectivo, en Bahía Blanca, ningún acoso sexual. Solamente la expresión de la bronca por la tardanza o la amenaza de agresión. Tengo noticias de un homicidio, que por las circunstancias del caso, pudo haber sucedido en cualquier lugar.
Tampoco tengo recuerdos de daños graves. Tan sólo algunas leyendas de amor o de odio. Hoy, la cosa cambia.

NO TE QUEJES BANDONEÓN

No sé por qué se queja, alguna gente, de andar en ómnibus, donde se aprende a convivir, a conocer a nuestros hermanos y a gozar del paisaje urbano y subrural.
Un quejoso malhumorado tuvo un día como respuesta el silbido de un pasajero que, haciéndose el distraído, silbaba parte de la melodía conocida a la que corresponde el verso: “No te quejes bandoneón...”
El paisaje de la ciudad es grato al espíritu; los diálogos animan; la música que escuchamos en el colectivo nos informa acerca de la evolución del espíritu de la gente: hoy tenemos choferes cuarentones que escuchan instintivamente rock, tango o folclore; escuchan a Spineta o a Goyeneche, cantando “Grisel”. ¡Gardel aparte! Porque en un solo tema se le acercó Luis Miguel, con “El Día que me Quieras”, del mismo Carlitos.
Todavía vemos en el colectivo, el retrato del Mudo, como de Ceferino Namuncurá y como de la Virgencita del Buen Viaje.

“¡CÓRRANSE!”

Invariablemente, en el tiempo, desde que los pasajeros comenzamos a subir por la puerta delantera y bajar por la de atrás, en determinados horarios, al llenarse el colectivo, la gente no ha sido muy dispuesta a correrse hacia el fondo.
Esto motivó diversas expresiones: ”¡Córranse!”, “¡Un paso atrás!”, “¡Atrás!, etc.,  lo que creaba tensiones y disgustos.
Un conductor solucionó el entuerto con un “aviso” visible: “Haga turismo, viaje a la puerta de atrás”.

RAPIDITO... PA’ LOS MANDADOS.

El joven subió, sacó el boleto y luego de una rápida mirada para elegir el asiento vio a una muchacha conocida. Se sentó a su lado, saludándola e iniciando el diálogo;
-¿Cómo va eso?
-Muy bien... muy bien.
-¿Tenés novio?
-No... ahora no. ¿Y vos que tal?
-Bien... ahora mejor. ¿Qué tenés que hacer esta noche?

TAMBIÉN HA CAMBIADO EL ÁMBITO DEL COLECTIVO.

Antiguamente se podía pagar con monedas de cobre... centavos. Al cabo de medio siglo ha sido posible armar una colección de monedas distintas, en todos sus aspectos. Lo único invariable fue su redondez.
Los boletos no tanto. Tradicionalmente ostentan las mismas referencias. Es toda una expresión jurídico-legal.
El usuario no sabe que es el instrumento de un contrato de transporte. ¡Muy importante, por cierto!.
La industria automotriz ha producido mejores unidades, pero la explosión urbana y las concentraciones de que hablan varias ciencias hace perder de vista el confort del colectivo, donde se viaja, en ocasiones, “como sardinas en lata”.
Antiguamente daba la impresión que todo, en el interior del ómnibus, era en blanco y negro. Ahora es colorido en plenitud, particularmente las nuevas prendas de los usuarios, de colores muy variados.
Cincuenta años atrás hubiéramos dicho que estábamos en carnaval, incluyendo en el vestuario los pantalones de las mujeres, los equipos de gimnasia, los pantaloncitos cortos, los gorros, el cabello largo, la colita –con la gomita o el chuflín- y los aritos de los muchachos.
Antes despachaba los boletos el guarda, que tenía su puesto de trabajo en la parte de atrás. Más adelante su presencia fue suprimida y el chofer despachaba los boletos. Tiempo más tarde, aparecieron las máquinas, o como medio de transición el joven que, sentado detrás del chofer le da el boleto, sin levantarse de su asiento. Es decir, no va a cobrar el lugar donde se sentó el pasajero, el que es atendido en el puesto laboral mencionado, sin importar si se trata de personas ancianas, o niños, o mujeres embarazadas o con chicos en los brazos. Ahora, con la máquina y la tarjeta aumentaron las estadísticas de la desocupación.

DESDE EL BONDI RECUERDO A MI VIEJO

Mi padre –cariñosamente viejo- fue un gran laburante; frentista y artesano, en molduras para frentes. Mi padre, como la canción, fue un caminante; rara vez tomaba ómnibus, ni taxi ni –en la lejanía del tiempo- mateo.
Pero a mí siempre me agradó el colectivo bahiense. Desde él –y es lo relevante- puedo ver y recordar a mi padre, a través de sus obras y artesanías: el lugar donde emplazó por primera vez la figura de Don Bosco, el edificio donde se colocó un inmenso reloj, la Escuela de Comercio, la entrada del Parque de Mayo y tantos antiguos que reconozco por el nombre de los constructores para los que trabajaba que, en una época distante, se escribía en el frente, como la firma de una obra de arte.

ARGENTINA

Argentina  era una mujer. Llevaba una vincha muy ancha con los colores del emblema patrio. Casi le cubría la frente, bien ostensible el azul-celeste y el blanco. De muchacho la veía en los ómnibus que van al Ingeniero White acostumbraba sentarse en los asientos delanteros. Me han dicho que trabajaba en una época atendiendo el baño de las señoras en la Estación del Ferrocarril Roca y que en sus últimos años vivía al final de la calle Rondeau.
También que era conocida como “María, la mujer de los gatos”  y como  “Malena”, al igual que la mujer del tango.
Puedo ratificar lo escrito por Luis Ponte, en su libro “De Ayer a Hoy”: “Muchos gastaban en ella sus chanzas más triviales, a los que solía responder con originales respuestas”.

EL TIEMPO ES SÓLO TARDANZA/ DE LO QUE ESTÁ POR VENIR.

En 1995 la ciudad está bastante bien señalizada, con relación a las paradas de ómnibus. Poco a poco el sistema de comunicaciones urbanas se traduce en números, letras, siglas y símbolos.
Pero pocos conocen la regularidad del transporte, según las épocas y horarios de “pasadas”. Estas oscilan entre 5 y 90 minutos.
La ciudad de Bahía Blanca ha crecido. Según el último censo el partido tiene 270.000 habitantes. Es posible que sean más hoy día, con un porcentaje de desocupación del 21%, el más elevado del país. Las compañías deben cubrir un amplio sector de la ciudad, pero he aquí la motivación de éste comentario: quien quiera trasladarse desde la Aldea Romana y hasta el Hospital Municipal, en el mismo colectivo debe emplear mucho tiempo: pasa cada 90 minutos la línea 511 de la empresa Coronel Ramón Estomba (nombre del fundador de Bahía Blanca). Probablemente, se trata de una sola unidad; filosóficamente y de acuerdo a los versos del payador la explicación está en el epígrafe: “El tiempo es solo tardanza/ de lo que está por venir”.

¡CASI NADA!

Habitualmente, de regreso a la Universidad Nacional del Sur, tomo la 500 en la Avenida Leandro Nicéforo Alem. A partir  de allí observo la hermosa entrada del Parque de Mayo; una bellísima “Fuente de Lola Mora”; la casa donde vivió Ezequiel Martínez Estrada (sobre dicha avenida) y luego de doblar, en  19 de mayo (fecha de una “batalla” contra el indio; en la esquina con Zelarrayán), a pocos metros de esa esquina, la que fuera vivienda del Premio Nóbel César Milstein. Luego la casa donde vivió Alberto H. Arzuaga y en 19 de mayo y Estomba, la casa de la familia de don Santiago Bergé Vila. En Estomba, el lugar donde vivió Ricardo Lavalle.
Dos cuadras más y paso por el lugar donde cantó Carlos Gardel por primera vez, cuando tenía 23 años y, a la altura del 310 de Moreno, el sitio donde vivió  Juan Carlos Cobián. Estoy dejando de lado varias cosas más humildes.
¡Todo eso por sesenta y cinco centavos! ¡Y eso que acaba de aumentar la tarifa, que estaba en cincuenta y cinco, porque los gallegos se agarraban a piñas!.

EL REFLEJO DEL ALMA

Los adornos, objetos, leyendas, avisos y filetes, reflejan el alma del responsable del bondi.
Con respecto a los avisos, algunos son obligatorios o vieja costumbre, aunque –en casos- no tienen vigencia y son innecesarios, como por ejemplo: “Prohibido salivar” o “Prohibido asomarse por la ventanilla y sacar los brazos”. Pero el colectivo fue uno de los primeros ámbitos en los que se prohibió fumar y, aunque se impidió ese hábito, los cartelitos siguen exhibiéndose. Otras prohibiciones: “Prohibido abrir las ventanillas en época invernal o de baja temperatura”, “Prohibido descender del vehículo estando en movimiento”, “Prohibido conversar con el conductor”, “Mire atrás al bajar”.
Asimismo, recopilando las indicaciones, juntamente con dichos imperativos, podríamos elaborar el “Manual para viajar en ómnibus”, de acuerdo con una variedad de instrucciones: “Timbre”, “En caso de emergencia romper esta ventanilla con el martillo”, “Descienda por atrás”,”Pague con cambio”, “Córrase para atrás”, “Avise con antelación”, “No arroje desperdicios”, “Cierre las ventanillas en las calles de tierra”, “En las calles de tierra puede descender por adelante”. “Esté atento al bajar”,”Descenso”, “Precio del boleto: 0,65 centavos”, “Tarifa 1.5.95: urbana 0,65 centavos-...0,70”, “Emergencia”, “Salida de emergencia”, “Tire la palanca hacia fuera en caso de emergencia”, etcétera.
A través de tales cosas advertimos la tendencia autoritaria del responsable, de qué club es hincha, su picardía erótica, su creencia religiosa, su tendencia a la docencia o la filosofía, inclinación por el adorno y gustos musicales; sus sentimientos familiares, su capacidad para el humor, nacionalidad o partidismo político.
Cada una de éstas características se hacen ostensibles en mensajes escritos (“No chillen si voy despacio, tengo un juanete en la rueda”), muñecos (vestidos como jugadores de fútbol, con la camiseta respectiva), dibujos (fileteados, en el interior y exterior del colectivo), estampitas (con la imagen de Ceferino Namuncurá), cintas de colores (del club del partido político, o de la nación de pertenencia), obleas (personaje popular, humorísticas o simbólicas), o fotografía con leyenda (“A tu memoria Maestro).
Cuando todo esto falta, desaparecen el colorido, la falta de impulso vital se compadece con el abandono y nos permite memorar los versos de la mirada campera:
“Porque no engraso los ejes
me llaman abandonao”.
La actitud cordial se refleja en cierto tipo de mensajes, como ser: “Señor Pasajero: tenga la bondad de pagar con cambio. Muchas gracias”, “Tenga la amabilidad de avisar con tiempo su descenso. El chofer se lo agradecerá”.

¡CUESTIÓN ACADÉMICA!

Se trata de un diálogo entre dos mujeres jóvenes, sentadas delante de mí en el ómnibus de la línea 502, que me lleva a la Universidad Nacional del Sur, presuntivamente ayudantes de cátedra.
-¿Ya preparás clases?
-Sí...anoche estuve leyendo sobre “polaridad” y hay cosas que no alcanzo a entender...
-Decíme qué, a ver...
-¿Cómo dos cosas opuestas están relacionadas?
-Sencillo, se entiende que “relacionadas” en forma de oposición... dos teorías contrapuestas, por ejemplo. Es un asunto muy viejo en la filosofía... la idea de la polaridad, digo. A veces la idea de “polaridad” aparece como un dualismo...
-Yo me embolé con esto y para colmo me llamó un boludo justamente a la noche, cuando yo estudio y me rompió las pelotas.
-¿Quién?
-Fulano.
-¡No seas boluda! ¡A esos boludos no le dés bola!

REFLEXIONES JURÍDICO- LEGALES.

El boleto es más que un recibo. Es la prueba de un contrato de transporte, que podría ser denominado “pequeño contrato” y que puede ser realizado sin necesidad de ser mayor de edad; puede celebrarlo un chico de siete años, por ejemplo.
Sin embargo, tiene plenos efectos jurídicos y legales.
Sirve como elemento de prueba, tanto para solicitar pago de gastos o viáticos, para demandar daños y perjuicios, en su caso, además para adquirir el derecho a ser transportado.
Según es anunciado en el mismo texto del papelito que es el boleto, debe ser exhibido a requerimiento del inspector, encargado de “picarlo” con la tradicional maquinita (hasta ahora es así), en casi todo el país, no en Bahía Blanca.
Ahora bien, qué puede suceder en caso de negativa a entregárselo al inspector?. Debe pagar de nuevo. ¿Y si no quiere pagar pueden bajarlo del colectivo, por la fuerza?. No, ni siquiera la policía; se necesitará una orden judicial (mandamiento), que puede tardar varios días, cosa que por ser absurda nadie ha pensado nunca en esto. Pero si llevamos las cosas a la tremenda, quien viaje sin boleto puede ser denunciado penalmente y condenado a sufrir pena de prisión y a reparar los daños causados a la empresa.
Ahora bien, si el pasajero no es transportado en las condiciones preestablecidas reglamentariamente, a su vez puede demandar por daños y perjuicios e incluso daño moral.
¡Fíjese a todo lo que uno está expuesto!.

EL CAPICÚA

El boleto de los micros urbanos es el más codiciado, por su cantidad, para la observación de su número, a la espera de encontrar el capicúa.
Alrededor de esto es dable construir conceptos de carácter psicológico en relación al pasajero y a las motivaciones que tiene encontrar la numeración, que es tan famosa y popular.
Recibir el capicúa es un hallazgo, algo como un triunfo pequeño en una competición en la que si perdemos solamente se entera en ese instante el que obtuvo el boleto deseado.
No es necesario ser coleccionista, para lamentarse cuando no sale por poco.
El coleccionista guarda los boletos en una caja, o los adhiere a una carpeta, en forma cronológica, general o por línea de ómnibus; el no coleccionista lo muestra o lo comenta, o en su casa lo deja en algún cajón, o dentro de un libro, como las flores secas o como señalador, como si no quisiera desprenderse del trofeo.
Dicen que “capicúa” es una palabra catalana, pero como lunfardismo sé que  se usa mucho en la Argentina. Y se seguirá usando, si subsisten los colectivos.

LOS AÑOS SE AMONTONAN.

Los años se amontonan y vienen juntos como en patota. Parecen un malón o una maloca.
Quiero decir: en determinado momento hice conciencia de mi edad, por la actitud de los jóvenes en el colectivo. Niños casi adolescentes y niñas adolescentes no aceptan cuando los invito a sentarse, esto es cuando les cedo el asiento; de golpe, ciertas mujeres maduras, no teniendo asiento, dejaron de pararse justo en el mío, a la espera del convite y buscan personas más jóvenes; finalmente, un joven me cedió el asiento.
Aún mi espíritu es joven. Sólo que he comenzado a sentir mi edad al subir, bajar o afirmarme en las frenadas o al intentar mantener mi columna incólume en algún barquinazo.
Gracias a Dios, en el ómnibus me voy dando cuenta de los efectos de la falta o de la presencia del tiempo.

PERROS QUE RESPETAN AL SEMÁFORO.

Camino hacia la Universidad Nacional del Sur he visto varias veces a un convecino en bicicleta, presuntivamente  se ocupa de reparaciones, acompañado y flanqueado por dos perros, que se detienen ante la luz roja del semáforo antes que su dueño. ¡No es difícil comprender esto si hemos tenido perros o si conocemos las experiencias de Juan Petrovich Pavlov, que descubrió los reflejos condicionados.

¡POR CAUSA DEL TANGO!

El hombre que conducía el bondi comenzó a escuchar tangos, que se difundían por una emisora de frecuencia modulada. Al rato, una mujer, de modo cordial, le dice al chofer: “Por causa del tango es que se olvidó de avisarme”.
-Uy Dio... nos pasamos... ¡Y para colmo Troilo y Goyeneche.
-Está disculpado –dijo ella. Lástima que mi esquina era Alem y Paraguay, no Troilo y Goyeneche.

EL PONCHO DE LOS POBRES.

Fue en el invierno, en una mañana fría, pero soleada.
Había desaparecido el rosicler, es decir el color rosado, claro y suave de la aurora. Asciendo al bondi, pago el boleto y me siento en la fila de los asientos individuales; eran los únicos ocupados, en forma completa cuando ocupé el que quedaba libre. El resto estaba vacío. Fue una suerte de alianza entre el espíritu individualista y el poncho de los pobres, que daba sobre ese costado. Así se denomina al sol, tanto en la ciudad, como en los pueblos y en la campaña de la Argentina.

A PROPÓSITO DE LA PALEOGRAFÍA Y LA NEOGRAFÍA.

Las abreviaturas y el humor.
Cuando me desempeñé en trabajos de paleografía (que es el arte de leer la escritura y signos de los libros y documentos antiguos) y de neografía (lo mismo pero no tan antiguos), en el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, comprobé el uso y abuso de las abreviaturas en la Argentina.
Hoy día, viajando en colectivo –como actuando en diversas actividades- comprobé que no se afloja con el tema, es decir, seguimos abreviando (siempre la tendencia al menor esfuerzo, a las mayores economías). Veamos los ejemplos, con una dosis de humor:
BLRIO. Balneario (lugar de esparcimiento sospechado de contaminación).
CVOS. o CTVOS. Centavos (denominación usada provisionalmente hasta el nuevo cambio de la moneda, si la suerte no acompaña).
SR. PASAJERO. Señor Pasajero (con el igualitarismo social debe comprender “Señora pasajera” y “señorita pasajera”.
TNAL. Terminal (es la situación límite, es decir, donde empieza y termina el recorrido).
Csro. q’ estos ejs. son sufs. (considero que estos ejemplos son suficientes).

Y HABLANDO DE COSAS ANTIGUAS.

Entrevistas e investigaciones mediantes, Rubén Benítez difundió algunos recuerdos sobre cosas de la guardia vieja bahiense. Una de ellas fue un artículo publicado en “La Nueva Provincia”, “Las Ruedas que demolieron la distancia”. Muestra el origen del colectivo en nuestra ciudad.
Mucho antes de que el servicio se difundiera, allá lejos y hace tiempo –en muchas ciudades de la Argentina- aquí ya se levantaba el polvo del camino que unía Cuatreros con la ciudad, Bahía Blanca. Pero también cuando llovía había que usar los pingos, para el trabajo de cuarta, como el cuarteador del tango. Es decir, para sacar al Ford T empantanado, que se usaba como colectivo. El oficio de boletero y chofer comenzó entonces; el chofer iba casa  por casa buscando a las personas que iban a ser trasladadas; las ruedas tenían cubiertas muy finas y a veces, en el viraje, saltaban, y los pasajeros esperaban con toda calma la reparación.
La parada estaba en la calle Sarmiento 28. los domingos se hacían viajes a la cancha de Estudiantes. Como no había surtidores la nafta se compraba en latas. Los colectivos eran viejos carromatos, con estribos, ruedas de rayos, cortinas de lona.
Quiero agregar, por mi parte, que esos colectivos tenían capacidad para transportar  cómodamente ocho personas.

 EPÍLOGO
“Y ADEMÁS... AUTOPSIA.

Yo siempre digo que viajando se conoce gente y, de esos viajes, si uno es un poquito observador, puede sacar grandes enseñanzas.
Como en mi caso, porque me sirve después para construir un personaje.
Un día, en un colectivo (yo iba desde Barrio Norte a la Iglesia de San Cayetano, en Liniers), escuché un diálogo entre dos señoras italianas, le preguntó preocupada:
¿Y se va a morire?...
-No lo sé, pero lo dottore le dijeron que si se hace la autopsia, a lo mejor se salva.
(Jorge Luz, en la Prensa, 27 de diciembre  de 1994)”

Publicado por “La Nueva Provincia”, Bahía Blanca, el 20 de febrero de 1995.

NOTAS.
UN POCO DE HISTORIA.

Los primeros bondis en la historia argentina no se llamaban así sino “tránguay”, en el idioma popular, la parla viva del pueblo, y eran impulsados por caballos. Con más precisión se los denominaba “tranguay a caballos”. Esto comenzó aproximadamente hacia 1870.
La palabra era derivada de la “Compañía de Tranways Gran Nacional”
El cochero, según relató Francisco García Jiménez, llevaba en la mano izquierda las riendas de la yunta overa que avanzaba tintineando sus collares de cascabeles, y con la mano derecha bajaba a su boca la corneta de guampa colgada del techito, enviando al aire su célebre llamada musical, una onomatopeya: “tararí... tarará”.
Tiempo después fue el “talan... talán...” testimoniado por un “tango porteño”, con letra de Alberto Vacarezza y música de Enrique Delfino, intitulado así: “Talán... Talán...”, cuyos versos iniciales dicen:
“Talán, talán, talán...
Pasa el tranvía por Tucumán”.
Y, el estribillo:
“Talán, talán, talán...
Se va el tranvía por Tucumán”.
Más tarde aparecieron el taxi-colectivo, el colectivo y el ómnibus.

ACERCA DEL VOCABULARIO.

Anota el maestro José Gobello:
“Colectivo. leng. gen. Vehículo automotor para el transporte de personas, más pequeño y veloz que el autobús. Es abreviación de la expresión taxis-colectivos, empleados por el diario ‘La Nación’ el 9 de octubre de 1928 para aludir a la iniciativa de algunos conductores de automóviles con taxímetros que, días antes del 24 de septiembre-, habían comenzado a destinar sus vehículos al transporte colectivo.
Los automóviles originales fueron reemplazados, en 1931, por vehículos de mayores dimensiones que más tarde comenzaron a denominarse también microómnibus, o simplemente, micro.
Colectivero: conductor de colectivos. Apócope: cole”. (Nuevo Diccionario Lunfardo).
Debo agregar que, en Bahía Blanca, con muy poco uso, se denominó “albóndiga” a un tipo de colectivo cuya forma se asemeja a una albóndiga un tanto achatada y alargada; podía haber sido igualmente una “croqueta”. La llamada “bañadera”, también por su forma ya abierto era un ómnibus abierto que los martilleros o firmas inmobiliarias destinan para llevar posibles compradores -siempre que no lloviera- a los lugares donde se hacían los loteos de tierra.

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