domingo, 10 de octubre de 2010

EL CANTOR DE BUENOS AIRES

Chamuyando tangos
por el doctor Eduardo Giorlandini
El cantor de Buenos Aires


En los textos (libros, álbumes, referencias discográficas, artículos y en mi ensayo sobre Cobián) aparece como compositor, autor de la música de "El Cantor de Buenos Aires", Juan Carlos Cobián; en cierta fuente actual se lo menciona a A. Ballerini, en una grabación hecha por el cantor Alberto Marino, cuando en el suplemento periódico de la empresa responsable se consigna correctamente los nombres de los autores, letrista y compositor.
Resultará conveniente indagar acerca del motivo del error, las grabaciones efectuadas por el cantor Alberto Marino, con acompañamiento de guitarras y, en especial, la del 15 de noviembre de 1955, y precisar quiénes eran los guitarristas, dado que algún Ballerini podría haber integrado el grupo.

El pilchaje cantor

Hubo tiempo en que iba desapareciendo la agresividad que las guerras llevaron al espíritu del hombre de pelea, ya en un clima interno de paz, y se produce la asimilación y el mimetismo de inmigrantes que le dieron hijos al país, algunos de los que se incorporaron a la "secta" del compadraje.
Ambos estratos sociales, criollos e inmigrantes, entre otros, generaron un nuevo compadrito, que en poco se parecía a los antecesores, arrancando desde la colonia, pero que tuvo necesidad del alarde con el pilcherío, como se dice en la letra del tango:
"Voy mirado atrás y al comprobar
que el tiempo se llevó
la 'franja', el 'taco militar'...".
La franja era una tira, o lista, que generalmente adornaba los pantalones, del mismo modo que ahora adorna el vaquero y, hoy día, hasta con dibujos floreados.
La diferenciación entre compadritos, compadres y compadrones es, prevalentemente, una cuestión biológica, de edades, pero no lo es la relativa diferencia entre guapos y compadritos, o compadres o compadrones. Seguramente había muchas desemejanzas, pero es muy probable que el guapo haya estado ajeno a ese bulebú -lunfardismo que expresa signo de elegancia, entre otras acepciones- propio del compadrito, joven, por lo ya expresado.
En el guapo predominaba el culto del coraje y del cuchillo y la defensa del honor; en el compadrito prevalecía el culto del baile, del minaje y la caña. Tenían muchas cosas en común, pero el personaje recreado por Jorge Luis Borges lo único que tenía de color rosado era la esquina.
Es decir, en particular el compadrito "acariciaba" los pisos, de tierra, ladrillo, baldosa o madera (sacando viruta), pero el guapo "rompía" el empedrado al caminar. El guapo podía llevar alpargatas, según el ámbito y el personaje, o taco militar, como el compadrito. En ambos casos servía al orgullo: uno y otro querían pisar fuerte, pero al compadrito le lucía más el taconear danzarín. Deberían hacerse innumerables diferenciaciones entre ambos y, a la vez, señalar comunes denominadores. Ahora hablemos de la letra de don Enrique.

Entre guapos, compadres y laburantes

La existencia del barrio real, el del Abasto -inexistente política y administrativamente-, supone la de una comunidad de trabajo (el arrabalero es un laburante del arrabal, no un malevo, que es otro asunto). El barrio tomó el nombre del Mercado. Fue el barrio del "Zorzal Criollo", bravío, taura y pesado, por algunos personajes del cuchillo y de la fiesta, tal como era para el barrio o el suburbio; los personajes que cita la letra existieron y algunos o eran de esa barriada, un mundo de laburo, fondas y fondines, bares, boliches y prostíbulos, al ser un lugar de concentración de gente del sector de quintas, rural y subrural, que llegaba con sus carruajes y mercaderías y productos al "Mercado de Abasto Proveedor", subsistente hasta 1984, y que había sido creado el 1 de abril de 1893, pocos días después de la llegada a Buenos Aires del francesito Charles Romuald Gardés, con su mamá Berthe.
Uno de los cafés era el O'Rondeman, en Agüero y Humahuaca, de los hermanos Traverso, que eran cuatro, y que fueron los más famosos con el tiempo, porque allí se inició el pibe cantor, ese tal Gardel.
Con sus canciones criollas, provincianas, y algunas suburbanas, entre éstas "Pobre mi Madre Querida", que según algún antecedente no pertenecería a José Luis Betinoti, que nació el 25 de julio de 1878 y la versión, como vidalita y no como vals, había ingresado a la ciudad de Buenos Aires en 1891 desde Cuyo, traída por Guiñazú (ver las referencias de Roberto Selles, "Academia Porteña de Lunfardo", Comunicación Académica número 1.127), aunque haya versiones y grabaciones posteriores durante el siglo XX con marcadas diferencias entre todas ellas. Gardel la cantó en el café de los Traverso, en presencia de Betinoti, quien le dijo al muchacho: "Con vos se terminan los payadores".
Los hermanos Traverso eran "Yiyo", Constancio, Félix y "Cielito". Este último, a pesar de su nombre o mote nada varonil, fue el que mató de una puñalada a Juan Carlos Argerich, conocido como "Vidalita", en "El Tambito" y al que Juan Maglio (Pacho) le dedicó el tango "Cielito". ¡Un duelo casi de géneros musicales, entre "Cielito" y "Vidalita"!
De otro de los guapos citados en la letra, el Noy, se han dado numerosos testimonios y también de su famoso duelo de cuchillos, con un tal Pereyra, aproximadamente hacia 1922, cuyo hermano, con el correr del tiempo, dio datos de la existencia real de "Milonguita".
El otro lugar, al que probablemente alude la letra es el "Chantacuatro", muy frecuentado por Gardel, aún durante el auge de su fama, pues nunca dejó de recorrer el barrio y además lo hacía caminando, día, noche y madrugada. En el "Chantacuatro", ubicado sobre la calle Anchorena frente a los paredones del Mercado, se comían los famosos macarroneli a la Principe di Nápoles que tanto agradaban al entonces "gordo" Gardel.

Epílogo sobre ayer y hoy

Eran tiempos de glicinas, emparrados y malvones, cuando comenzó a volar el "Zorzal"; tiempos de percal y de bailes a candiles. hacía poco que había comenzado el siglo XX "problemático y febril" y, como canta el poema:
"Muchachos, todo lo ha llevado el almanaque...
Todo, todo ya se fue...".



"El Cantor de Buenos Aires" - Letra del tango
                      I
Voy mirando atrás y al comprobar
que el tiempo nuevo se llevó
la "franja", el "taco militar"...
Yo voy notando aquí en la zurba
que el corazón me hace una burla...
Nada duele tanto como ver
desenrollar del carretel
el hilo de la juventud...
Adiós glicina, emparrados y malvones...
Todo, todo ya se fue.
                     II
Dónde estarán los puntos los boliche aquel,
en el que yo cantaba mi primer canción...
Y aquellos patios donde pronto conquisté
aplausos tauras, los primeros que escuché.
Dónde estarán Traverso, el Cordobés y el Noy,
el Pardo Augusto, Flores y el "Morocho" Aldao...
Así empezó mi vuelo de "Zorzal"...
Los guapos del Abasto
rimaron mi canción.
                    I bis
Soy el cantor del arrabal,
jilguero criollo que pulsó
la humilde musa de percal...
Me acuerdo de hace veinte abriles,
de aquellos bailes a candiles...
Cuando en una oreja iba colgao
como un hachazo en el costao
la mancha roja de un clavel...
Muchachos, todo lo ha llevado el almanaque...
Todo, todo ya se fue.

Fuente: http://www.terapiatanguera.com.ar/Grandes%20Tangos/el_cantor.htm
Este tango, "El Cantor de Buenos Aires", se hizo en evocación de Carlos Gardel; evoca su sueño de juventud, como cantor, y su enclave, el Abasto. El personaje de la letra de Enrique Cadícamo es el mismo "Morocho" -que lo era por su cabello, no por su piel- que recuerda el pasado, el del barrio, el boliche y su propio destino.
Así, memora cosas antiguas, paisajes urbanos de barrio, el sub-barrio del Abasto, su juventud, los ámbitos comunes y el canto criollo y aquella gente entre la que se entreveraban amigos y guapos, inicialmente interesados más por las canciones provincianas que cantó el "Zorzal Criollo" que por el tango canción incipiente, casi un pre-tango, el tango de varieté. El tango canción, hecho y derecho, habría de aflorar y afianzarse cuando Gardel tenía 27 años de edad.

El diablo siempre mete la cola

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